Displasia de Cadera ¿Qué es?

displasia

La displasia de cadera es uno de los motivos de consulta veterinaria más frecuentes, en lo que se refiere a perros. De hecho, está considerada la patología ortopédica (es decir, vinculada con el sistema músculo esquelético) más común en razas grandes o gigantes.

También denominada displasia coxofemoral, es una malformación en la articulación que une la cabeza del fémur con el hueso de la pelvis. En la displasia los huesos no encajan bien, el fémur queda desplazado del lugar que le corresponde y esto provoca rozamiento y desgaste que, a la larga, desemboca en artrosis (alteraciones degenerativas en la articulación) y también puede ocasionar artritis (inflamación de la articulación).

De paso, cabe aclarar que el término displasia no tiene nada que ver con “desplazar”. La palabra proviene del griego y significa “dificultad o anomalía en la formación”.

Causas de la displasia

La realidad es que no se conoce en detalle qué ocasiona esta condición. Se sabe que hay factores tanto genéticos como ambientales. Es decir, hay un componente hereditario (causas genéticas), mientras que ciertas conductas en el desarrollo del animal pueden hacer que esa predisposición se manifieste de forma efectiva. Si bien se desconoce cuáles genes están involucrados en la aparición de la displasia, se sabe que no es uno solo, sino varios. Por otra parte, aunque los padres del cachorro no presenten la enfermedad, eso no significa que la cría no la tenga más adelante. 

Factores de cuidado

Hay ciertos factores que favorecen la aparición de la displasia en las mascotas que tienen propensión a contraerla:

  • Obesidad
  • Crecimiento acelerado
  • Ejercicios inadecuados 

Una alimentación que haga subir de peso excesivamente al animal, así como un desarrollo muy rápido del cachorro y ejercicio demasiado fuerte o violento durante la etapa de crecimiento exigen la articulación de la cadera y pueden impactar negativamente en las articulaciones.

Por otra parte, un estudio realizado en California (EE., UU.) en 2014 encontró que los perros castrados antes de los seis meses tienen mayores probabilidades de desarrollar displasia de cadera en el futuro.

Síntomas

Diversos indicios pueden alertarnos sobre la posibilidad de que nuestro perro tenga un problema con la articulación de la cadera. Entre ellos podemos contar:

  • Inusual falta de actividad
  • Señales de dolor
  • Dificultad para incorporarse
  • Negarse a correr o a subir escaleras
  • Cojera de las patas traseras
  • Caminar con las patas traseras demasiado juntas
  • Correr con las patas de atrás juntas (“saltos de conejo”)
  • Mayor musculatura en los hombros (por sobrecargar las patas delanteras para compensar el dolor en las traseras)

Predisposición 

La condición es más común en razas grandes o gigantes (debido a su mayor peso y rápido crecimiento), pero no se limita a ellas. Popularmente se cree que el ovejero alemán es una raza con predisposición particular a la displasia de cadera, pero en realidad el riesgo es generalizado para las razas grandes, como san bernardo, mastín napolitano, bulldog, rottweiler, labrador, golden retriever…

Sí es cierto que la enfermedad se ha estudiado sobre todo en el ovejero alemán, lo que puede haber contribuido a dar la idea errónea de que son quienes más la padecen.

Diversos estudios indican que uno de cada cinco perros sufren displasia de cadera, pero este porcentaje aumenta notablemente para algunas razas. Mientras que el ovejero alemán y el golden retriever rondan el 20 %, el mastín napolitano y el san bernardo alcanzan el 50 %, y en el caso del bulldog el número supera el 70 %. Por contraparte, en el galgo está virtualmente ausente.

Diagnóstico 

El diagnóstico lo hace el veterinario palpando al animal y a partir de una radiografía de la zona. Lo normal es que la mascota necesite algún tipo de anestesia para poder realizar estos exámenes. Hay pruebas específicas para determinar si un cachorro desarrollará la displasia más adelante. La displasia no se forma antes de los 4-6 meses y es difícil de diagnosticar a edades tempranas, pero cuanto antes se haga más efectivo y menos invasivo será el tratamiento. Es importante determinar en lo posible si los padres del cachorro adoptado han sufrido la enfermedad.

Tratamiento 

No existe una cura para la displasia de cadera. Existen tratamientos con medicamentos, que incluyen antiinflamatorios, analgésicos y condroprotectores (es decir, que protegen las articulaciones), los cuales pueden complementarse con fisioterapia y actividades como la natación, que es buena para la musculatura y articulaciones. Los tratamientos deben llevarse adelante durante toda la vida del pichicho, aunque se puede mantener un estado de salud razonable, siempre que se haya logrado tratarlo a tiempo. 

El veterinario puede indicar una cirugía, que puede ser de diversos tipos, incluida la colocación de prótesis. Estas dan buenos resultados y el animal puede normalizar su actividad luego del tiempo de recuperación, que puede llevar entre un mes y medio y dos meses.

También hay soportes y arneses con ruedas para ayudarlo a caminar y evitarle dolor. Aunque no son estéticamente agradables, cumplen su función para que el perro desarrolle sus actividades de forma lo menos molesta posible.

Prevención

Dado que es una condición hereditaria, lo principal es evitar que los animales con predisposición genética a la displasia de cadera se reproduzcan. Por eso la Federación Cinológica Internacional (la mayor organización canina del mundo) ha diseñado una clasificación del grado de displasia de la cadera, de normal (1) a grave (5). Los perros incluidos en las categorías 3 a 5 no deberían utilizarse para la reproducción. Estas medidas en criaderos responsables han logrado hacer descender la incidencia de esta dolencia en la población de perros. 

En cuanto a los factores ambientales, es importante contrarrestar los factores que favorecen su aparición, que ya mencionamos más arriba. Esto implica, entonces, proporcionar una alimentación adecuada que mantenga a la mascota en un peso normal y no forzar al animal con rutinas de ejercicios demasiado exigentes.
Ante la menor duda, lo más aconsejable es consultar con el veterinario. Tratar esta condición en nuestra mascota puede ser un proceso costoso, que requiere dedicación y esfuerzo.

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*El contenido de este sitio se ofrece a título meramente informativo y educativo, y no debe tomarse como un consejo médico veterinario de ningún tipo. Ante cualquier duda de salud o síntomas de enfermedad en su mascota consulte a su veterinario.

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