La sabiduría popular dice que los gatos siempre caen de pie. Tal vez de ahí venga aquello de que los gatos tienen siete vidas. Pero, ¿es cierto, o se trata de otro mito sin sustento en la realidad? En esta nota te contamos todo, ¡y sin necesidad de lanzar a ningún minino por el balcón para saber si es verdad o no!
Los gatos son grandes acróbatas naturales. No es inusual ver un pequeño felino moverse por la baranda (con protección!) de un balcón de un piso 17, con la misma tranquilidad que si estuviera caminando por la vereda. Sí, los mininos son ágiles, precisos y desconocen el vértigo, pero incluso los mejores equilibristas pueden perder el pie. En el caso de los gatos, si no hay red de contención, la caída puede ser un asunto serio.
Reflejo de enderezamiento de los gatos
De modo general, puede decirse que los gatos tienen una extraordinaria habilidad para caer sobre sus cuatro patas, lo cual evita grandes daños en sus caídas. Esta capacidad, en la que intervienen varios factores, se denomina reflejo de enderezamiento.
Todo empieza en la cabeza, más precisamente en el oído. En el gato, al igual que en los seres humanos, el sentido del equilibrio y la orientación se encuentra en el sistema vestibular, que se halla en el oído interno. Cuando el gato cae, el sentido de la orientación en su oído le permite reconocer casi inmediatamente cuál es el “arriba”. Así, inicia con el cuerpo una contorsión que implica arquear la columna y girar de forma independientemente las extremidades anteriores y posteriores, hasta quedar con las cuatro patas mirando para abajo.
Condiciones para realizar el reflejo
Los mininos desarrollan y perfeccionan esta capacidad asombrosa entre la tercera y la séptima semana de vida. Pueden hacer esa serie de movimientos debido a que tienen una columna extremadamente flexible y clavículas flotantes, lo que les permite contorsionarse de forma única.
Pero, aunque esta es una gran habilidad, no es del todo infalible. En primer lugar, necesitan al menos 90 cm de altura para poder realizar el giro.
Por otra parte, si caen desde las patas traseras (con lo cual la caída es vertical), el animal no tiene la posibilidad de enderezarse: debe lograr primero posicionarse de forma horizontal.
Si el gato no está en buen estado de salud –si es algo mayor de edad o tiene sobrepeso– tendrá mayores dificultades para enderezarse, a la vez que menor elasticidad para amortiguar la caída con las patas.
Se ha comprobado que, aunque la cola y el sentido de la vista son de ayuda, no son indispensables para efectuar el reflejo de enderezamiento. Los gatos vendados o sin cola pueden hacer exitosamente el giro.
El síndrome del gato paracaidista
A los gatos les gustan naturalmente las alturas, y tienen una gran habilidad para mantener el equilibrio. Sin embargo, es muy frecuente que los gatos, llevados por el instinto, salten o se caigan de grandes alturas, ya sea de un árbol, una ventana o un balcón. Dado que esto ocurre seguido, a este tipo de accidentes gatunos se lo conoce como síndrome del gato paracaidista.
Aunque cualquier tipo de gato puede sufrir estos percances, estadísticamente la mayoría son machos jóvenes no castrados.
Una creencia errónea es que los gatos no sufren daños en las caídas. Nada más lejano de la verdad. Aunque tengan la habilidad de caer de pie, si la altura es excesiva, pueden fracturarse los huesos o dañarse los órganos internos.
Es verdad que su tamaño pequeño y sus huesos ligeros, además de la piel esponjosa, ayudan a que la velocidad de caída sea menor y a amortiguar el golpe, pero que el daño sea menor, o que sean capaces de sobrevivir a una caída desde 12 pisos de altura no significa que no sea algo muy peligroso.
Por eso, si vivís en departamento, hay que proteger con redes adecuadas las aberturas por las que pueda escabullirse el michi También hay que considerar castrarlo (de todas maneras, siempre es conveniente que lo hagas), para evitar que el celo y su instinto cazador lo impulsen a explorar por lugares inconvenientes.
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