Los bigotes de los gatos forman parte de su encanto, no hay dudas de eso. Pero, más allá de darles una apariencia elegante, ¿sirven para algo? La respuesta es un definitivo sí, sirven para mucho, y aquí te vamos a contar las numerosas utilidades que tienen estos pelos especiales para nuestros mininos.
Para empezar, el nombre científico de estos pelos es vibrisas, y se llaman así porque registran las vibraciones del aire. Aunque son pelos más gruesos, rígidos y largos que los pelos que cubren el resto del cuerpo, básicamente su composición es la misma: queratina. Como otros tipos de pelo las vibrisas se insertan en un folículo. La diferencia es que los folículos de las vibrisas son profundos (el pelo se inserta en lo profundo de la piel) y están repletos de terminaciones nerviosas, que envían señales provenientes de las vibraciones de los bigotes al cerebro.
Estas particularidades indican que no se trata de verdaderos bigotes. Igualmente, los bigotes en los humanos forman parte del pelo facial, pero no son vibrisas que han perdido su función. Las vibrisas se hallan prácticamente en todos los mamíferos (incluso los primates las tienen), pero el ser humano es una de las pocas especies que no cuentan con estos pelos especiales. Sin embargo, estudios han mostrado que algunas personas poseen músculos vestigiales en los alrededores de la zona inferior de la nariz, que nuestros ancestros usaban para mover las vibrisas.
Características de las vibrisas
En los gatos, el número de bigotes es constante: tienen 12 de cada lado, ordenados en cuatro filas de tres bigotes. Algunos pueden tener un número diferente, pero el total siempre es par. Este tipo de pelo no se encuentra únicamente debajo de la nariz. También existen encima de los ojos (en los gatos suele haber tres arriba de cada “ceja”), en la barbilla, cerca de las orejas y en las patas delanteras.
Como ocurre con el resto de los pelos, tienen un ciclo de vida y pueden perder alguno ocasionalmente, lo cual no es un problema porque vuelven a crecer. El bigote tarda entre un mes y medio y tres meses hasta alcanzar el largo suficiente para que sea funcional.
Utilidad de los “bigotes”
Junto con otros sentidos, como el olfato y la vista, las vibrisas colaboran para que el gato recoja la mayor información de su entorno y sepa cómo desenvolverse. Por eso, jamás hay que cortarlos, ya que eso hará que pierdan el sentido de la orientación y los hará sentirse confundidos y estresados.
Las vibrisas no aportan información únicamente cuando entran en contacto con algún objeto, sino que las mínimas variaciones en corrientes de aire permiten que el felino se haga una idea de qué pasa a su alrededor.
5 funciones de los bigotes
Estas son cinco funcionalidades principales de los bigotes en los gatos.
1. Protección. Las vibrisas en la cara les permiten detectar partículas extrañas (de polvo a insectos y ramitas) que podrían entrar en los ojos o boca, y evitarlas.
2. Propiocepción. Las terminaciones nerviosas que conectan con los bigotes les ayudan a orientarse en relación con el entorno, permitiendo reconocer de manera inconsciente la posición de su cuerpo y sus miembros. Esta es una de las razones que les permiten caer (casi) siempre de pie. Los bigotes les ayudan a saber dónde están parados, literalmente.
3. Ayuda de visión. Los gatos no ven muy bien de cerca, además de que suelen estar activos cuando hay poca luz solar. Los bigotes funcionan como un radar que les permite reconocer los movimientos del entorno, algo útil para calcular distancias y saber cuándo atacar una presa o huir de algún peligro.
4. Medir objetos. ¿Alguna vez te preguntaste cómo hacen los gatos para entrar en recipientes minúsculos? Además de contar con articulaciones que les dan gran flexibilidad, los bigotes cubren un ancho más o menos igual al ancho del cuerpo del animal, por lo cual les sirven para calcular si entran en un determinado espacio.
5. Expresión emocional. Los gatos pueden mover las vibrisas a voluntad, gracias a pequeños músculos conectados con los folículos de los pelos. Esto les permite moverlos en conjunto o, incluso, de forma independiente. Cuando están en actitud de caza o curiosa, los mueven ligeramente hacia delante, mientras que en estado nervioso o de enojo los llevan hacia atrás. Cuando están relajados se quedan en posición normal, en forma recta hacia los lados.
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