10 tips para que tu perro pare de ladrar

ladrar

El ladrido es una forma normal de comunicación que tienen los perros. Sin embargo, una de las principales quejas en el comportamiento de las mascotas tiene que ver con el exceso en el ladrar.

Más allá de que hay perros (y razas) más expresivos que otros y que el umbral de tolerancia (¿cuántos ladridos son demasiados?) puede variar según cada persona, está claro que ladrar sin parar es un problema que sufren muchos dueños de mascotas… y también los vecinos. Pero no solo es un problema de las personas: el propio perro sufre, porque cuando el ladrido entra dentro de lo patológico, es síntoma de que algo no anda del todo bien con la salud emocional de nuestro pichicho.

Un perro puede ladrar por muchas razones perfectamente normales: por algo que le resulta llamativo; como pedido de atención (querer jugar, comer o salir a pasear); por algo que le intriga o alerta (como otro perro); por alegría (por ejemplo, al recibir a una visita); por un peligro o una invasión de su territorio; como advertencia disuasoria…

Cuando el ladrido se hace continuo e incesante, esto puede ser reflejo de algún problema: exceso de energía, aburrimiento, excitación, estrés, soledad, mala socialización, miedo excesivo o extrañar al amo son algunas de las causas más comunes.

Aunque es una conducta que pueda parecer difícil de erradicar, con práctica, constancia y buenos ejercicios se pueden lograr grandes resultados. Tener un perro adiestrado y de buen comportamiento implica educarlo y entrenarlo, no es algo que la mascota vaya a aprender por sí misma.

10 recomendaciones para poner en práctica

Estos son algunos consejos que podés poner en práctica si tenés un perro ladrador. Su mayor o menor eficacia dependerá, no solo de la capacidad del humano, sino de cuál es la causa del ladrido excesivo, algo no siempre fácil de determinar. Por eso, ante cualquier duda siempre es conveniente la consulta con un veterinario o etólogo (experto en comportamiento animal), quien podrá ayudarte a hallar el origen del problema y cómo encararlo.

  • 1. Socializar. El ladrido es una forma de comunicación; cuando no está bien empleado es una señal de que ha fallado la socialización, tanto con la gente como con otros animales o el entorno, como automóviles. El perro debería tener contacto con otros congéneres, ya sea en sus salidas al exterior o en eventuales visitas a casas con perros.
  • 2. Ejercicio. Se debe dar la oportunidad a la mascota de gastar energía. Cansado, tendrá menos ganas de ladrar. Esto implica, principalmente, sacarlo a pasear el tiempo necesario y jugar con él para liberar la ansiedad.
  • 3. Estímulo mental. Para evitar el ladrido mecánico, obsesivo y provocado por el puro aburrimiento, hay que darle a la mascota algo que hacer, pequeños desafíos e interacciones que lo pongan a prueba. Una opción es darle juguetes masticables, o bien esconder snacks en la casa, para que ponga en práctica su olfato e instinto de búsqueda, o simplemente jugar a lanzarle un objeto para que lo traiga de vuelta.
  • 4. Ignorar. Si estamos continuamente encima del animal para ver qué le sucede o qué quiere al ladrar tomamos una actitud sobreprotectora que refuerza el ladrido y la dependencia, ya que el perro obtiene su cometido, que es llamar la atención del dueño.
  • 5. Apartarse. Si la mascota ladra en nuestra presencia, uno puede apartarse, de forma que el animal asocie el ladrido con la ausencia del dueño. Luego, cuando se calme, podemos regresar y felicitarlo con caricias y/o algún premio de comida.
  • 6. No gritar. Si le gritamos o retamos, no solamente estamos haciendo un daño psicológico, sino que conseguimos el efecto contrario, porque el animal siente que hay interacción positiva entre el ladrido y los retos (incluso puede interpretar el grito como un ladrido). No comprende que haya que reprimir el ladrido, sino que es una actitud correcta.
  • 7. Enseñar. Sin contradecir al punto 4, es favorable educar al perro activamente para que obedezca un comando. Decirle al animal “basta” o “quieto”, en voz clara y firme cuando está ladrando, acompañando la orden con una señal sonora distintiva, como un silbato o un sonajero (se suele poner como ejemplo una lata con monedas), hasta que se habitúe a responder solamente a la orden. Siempre usar el refuerzo positivo cuando obedece (darle algo de comida y una caricia), mientras se halla en el proceso de aprendizaje.
  • 8. Prenda de vestir. Para reducir la ansiedad, especialmente si estamos ausentes buena parte del día, puede ser efectivo darle al animal alguna ropa vieja con el olor del familiar en el lugar donde suele echarse.

9. Entrenador. Si, pese a nuestros mejores intentos, no logramos educar a nuestro perro, o no disponemos del tiempo necesario para hacerlo, siempre podemos recurrir a un adiestrador. Lo importante es recordar que el entrenador nos educa a nosotros tanto como al perro, de modo que igualmente necesitaremos dedicación para poner en práctica sus consejos.

  • 10. Visita veterinaria. El ladrido podría deberse a alguna patología del animal. Para descartarla o identificarla, conviene realizar una consulta con el veterinario, quien podrá determinar si existe algún problema médico.

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*El contenido de este sitio se ofrece a título meramente informativo y educativo, y no debe tomarse como un consejo médico veterinario de ningún tipo. Ante cualquier duda de salud o síntomas de enfermedad en su mascota consulte a su veterinario.

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