Todo el mundo conoce la expresión “llevarse como perros y gatos” para significar que dos personas no se llevan nada bien. Pero, ¿es cierto que las dos especies de mascotas más queridas en todo el mundo tienen una relación tan mala? Cualquiera que tenga en su casa ambas especies nos dirá que se llevan de maravillas, que juegan y hasta se protegen, así que, ¿Cuál es la verdad?
Lo cierto es que gatos y perros son especies con diferentes costumbres y formas de comportamiento, lo cual puede llevar a que, cuando se encuentran, cada animal interprete de manera errónea la conducta del otro, lo cual –a su vez– puede desembocar en conflictos.
Esto ya lo observó el escritor Lewis Carroll en Alicia en el País de las Maravillas, cuando el gato de Cheshire le dice a Alicia: “el perro gruñe cuando está enfadado, y menea la cola cuando está contento. Pues bien, yo gruño cuando estoy contento y meneo la cola cuando estoy enfadado”. Más allá de las protestas de Alicia, que no considera el ronroneo un gruñido, es cierto que gatos y perros expresan sus emociones de forma diferente. Además, sus costumbres son distintas. El perro es un animal gregario, mientras que los gatos son más solitarios; mientras el perro es diurno, los gatos son crepusculares, es decir, están más activos cuando el sol se pone.
El mito de llevarse “como perros y gatos”
Consultamos al veterinario James Serpell, profesor de Ética y Bienestar Animal en la Universidad de Pensilvania, para que nos explique más en profundidad la forma de relacionarse entre perros y gatos. “La forma que adopta su vínculo –explica el Dr. Serpell– depende de la personalidad y la experiencia del animal. Algunos perros ven a los gatos como presas potenciales y los ‘cazan’, de la misma manera en que persiguen conejos, por ejemplo. Por otro lado, los perros y los gatos criados juntos en el mismo hogar tenderán a tratarse entre sí como interlocutores sociales en lugar de como enemigos”.
El Dr. Serpell nos revela dos claves en los potenciales conflictos entre perros y gatos. Por un lado, los perros tienen el instinto de perseguir a todo objeto pequeño que se mueva, ya sea una pelota o un gatito. Por otra parte, hay una cuestión de defensa del territorio. Perros y gatos pueden chocar cuando sienten que el otro invade su territorio. En este sentido, no obstante, hay que recordar que esta competencia puede darse (incluso con más frecuencia) entre individuos de la misma especie. Sin embargo, con un poco de educación, los animales domésticos (ya sean de la misma especie o de especies diferentes) normalmente aprenden en poco tiempo a convivir de forma armoniosa. Incluso si no llegan a ser “mejores amigos”, al menos lograrán tolerarse y respetar el espacio del otro.
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¿Sos dueño de gatos y perros? Contanos cuál es tu experiencia en los comentarios.