La fascinación de los gatos por las cajas de cartón parece difícil de explicar. ¿Por qué les resultan tan entretenidas? En realidad, no son solo cajas, sino cualquier recipiente o espacio reducido, que nos hace pensar que el gato nació para contorsionista de circo.
La explicación tiene su perfecta lógica, como verás.
En principio podrías creer que ese espacio cerrado se asemeja mucho a una cárcel y que, a los gatos, por el contrario, les gusta la libertad. En realidad, el espacio cerrado no lo es del todo. A los gatos les gusta este tipo de lugares, siempre y cuando tengan asegurada una vía libre para salir. Es decir, más que un espacio cerrado, es un espacio seguro, donde se sienten contenidos. A los gatos no les agradan los abrazos, pero esto es lo que más se le parece. Y les gusta.
Pero, la pregunta persiste: ¿por qué les gustan tanto estos lugares?
Instinto con milenios de antigüedad
A los gatos les atraen las cajas por su instinto ancestral. Por una parte, son felinos y predadores; por otra, son pequeños, presa fácil –a su vez– de animales más grandes. Las cajas les dan seguridad contra predadores, lo cual ayuda a bajar la ansiedad y el estrés. A la vez, les permiten acechar a potenciales presas sin ser vistos. La inocente caja se convierte, así, en el mejor de los dos mundos, resolviendo dos cuestiones a la vez.
Por supuesto, hoy los gatos hogareños no tienen que temer ser cazados, ni necesitan cazar para alimentarse (algunos, sin embargo, lo siguen haciendo ni bien tienen la oportunidad). Pero el instinto permanece con ellos, y los lleva a divertirse introduciéndose en cajas, bols, floreros y cuanto objeto les ofrezca la posibilidad de meterse allí. Es el mismo instinto el que los lleva a salir por sorpresa de la caja, para emboscar a su “presa”, ya sea un juguete, otro gato o un humano.
Por si todo esto fuera poco, además el cartón es un buen aislante, y los mantiene calentitos cuando se arremolinan en su interior. ¿Algo más? Sí, la textura del cartón es ideal para mordisquear y afilar sus garras.
Un contorsionista en la casa
La pregunta que nos queda es: ¿cómo hacen para entrar en lugares en donde parece que jamás podrían caber? La respuesta está en sus clavículas. Los mininos son capaces de deslizarse en lugares muy angostos porque sus clavículas no están conectadas directamente con el resto del esqueleto y se unen a otros huesos por músculos (se denominan “clavículas flotantes”). Esto les otorga una gran flexibilidad. Además, las clavículas de nuestros amigos felinos son proporcionalmente pequeñas en relación con las humanas. Todo esto les permite introducirse fácilmente en cualquier lugar, una vez que hayan pasado la cabeza y los hombros.
De paso, una función de sus bigotes es medir de antemano si pueden entrar en un lugar, ya que los bigotes cubren aproximadamente el ancho de su cuerpo.
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