Unas décadas atrás, a nadie le importaba que las mascotas dejen sus desperdicios en su paseo diario. Quedaban ahí, en la vereda, y que otro se haga cargo. Hoy, a pesar de legislaciones y campañas de concientización, todavía hay mucha gente que no se hace responsable por la caca de sus mascotas. No se trata únicamente de una cuestión estética y de respeto por el vecino. Mucho más importante es que se trata de un tema de salud pública. Las cacas de los perros suelen tener parásitos y bacterias, que son un peligro potencial para la población cuando quedan expuestos. Los restos fecales se secan y convierten en polvo, y los contaminantes pueden ingresar al cuerpo mediante las vías respiratorias, provocando una serie de dolencias de distinta gravedad.
Desde fines de 2015, la Ciudad de Buenos Aires ha hecho obligatoria la recolección de la caca de las mascotas en lugares públicos, a partir de la ordenanza n.o 41.831: “Los propietarios o tenedores, deberán proveerse de una escobilla y una bolsa de residuos para recoger las deyecciones de sus animales, en oportunidad de su traslado durante los paseos que realicen en áreas de dominio público”.
Diferentes estimaciones, de hace unos años, calculan que los desechos de los perros suman entre 35 y 70 toneladas ¡POR DÍA! Hay que tener en cuenta que esta cantidad hoy debe ser mucho mayor, dado que solo el año último, durante la pandemia, se duplicó la cantidad de perros dados en adopción.
La situación es preocupante, por eso recientemente se presentó un proyecto de ley para la Ciudad de Buenos Aires que contempla la posibilidad de fotomultas –realizadas por vecinos– para los dueños que no recojan las cacas de sus perros. La denuncia podría hacerse por WhatsApp y contempla multas que llegan hasta los $13.250.
Es un tema serio, pero hay señales de esperanza. En septiembre de este año, el Observatorio de Higiene Urbana de CABA difundió un relevamiento sobre heces caninas, realizado en la primera mitad de 2021. Los resultados arrojaron que el 81 % de las personas que paseaban a sus perros levantaron las heces de la vía pública.
Es un dato alentador, pero todavía queda mucho por hacer. Lo fundamental es ser conscientes de que, sí, nos puede dar un poquito de asco, pero al final de cuentas se trata de un acto de amor por nuestra mascota y de responsabilidad con nuestros vecinos.
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