A todos nos ha pasado: estamos jugando amorosamente con nuestro pichicho cuando, por un instante, ocurre ese momento mágico en que nuestras caras se encuentran. Precisamente en ese momento el idilio se destruye debido a un aire fétido y ardiente que nos inunda desde el fondo de las fauces de nuestra adorada mascota. El mal aliento dice presente
El primer error es pensar que un aliento hediondo es algo normal en nuestro compañero animal. Si el mal olor es persistente, hay que ocuparse.
Por lo general, el mal aliento indica, como en las personas, una mala higiene bucal, lo cual puede desembocar en sarro y, a su vez, en enfermedades.
HolaVet consultó a la veterinaria Mariana Lumbreras (MP 11628), quien nos dijo: “El mal aliento puede ser síntoma de enfermedad periodontal. Esta puede provocar gingivitis (inflamación de las encías), pérdidas dentales, infecciones en la boca (como periodontitis) e incluso en otros órganos”.
Una mala alimentación o alimentos de mala calidad habitualmente son los causantes. Los alimentos húmedos o de lata son más propensos a provocar sarro y mal aliento que los secos. Estos hacen que el perro mastique, generando salivación, lo que ayuda a evitar el sarro.
A cepillar se ha dicho
¿Qué hacer, entonces? Cepillar los dientes de nuestro perro o gato es una medida aconsejable. Aunque nos parezca raro, no se trata de una acción cosmética.
La doctora Lumbreras nos lo confirma: “Se puede prevenir con el cepillado de los dientes o con productos que se agregan al agua de bebida, siempre que sean de uso veterinario”.
Como complemento, se pueden usar remedios caseros, como unas gotas de vinagre de manzana en el agua, o un poquito de perejil o una cucharada de aceite de coco orgánico en la comida.
Hay cepillos de dientes, dentífricos, enjuages bucales y mordillos específicos para las mascotas. Es importante aclarar que nunca se debe usar dentífrico para gente, porque el flúor les hace daño.
¿Con qué frecuencia hacer el cepillado? Dos o tres veces por semana está bien. Un buen consejo es prepararlos de pequeños, porque no es algo a lo que la mascota esté habituada. Es una buena idea darle de probar la pasta y pasar de a poco el cepillo por la boca, para que se vaya acostumbrando al proceso.
Ante todo, la consulta veterinaria
El sarro (y, en consecuencia, el mal aliento) es más común en los perros más pequeños, ya que los dientes –que siempre son 42– se encuentran más apiñados, lo que favorece la acumulación de restos de comida entre estos. También es algo que se da con mayor frecuencia con la edad.
En casos más serios hay que llevar la mascota al veterinario. Nos dice Lumbreras: “Cuando la boca ya está muy afectada, se hacen limpiezas dentales con el animal anestesiado. Para eso hay que hacer todos los chequeos pre quirúrgicos requeridos, por el riesgo que implica una anestesia”.
Es importante remarcar que, en determinados casos, el mal aliento puede indicar un problema gastrointestinal, o incluso algún problema en los riñones, el hígado, el sistema respiratorio, o incluso diabetes. Por lo general se acompañan de otros síntomas, como vómitos o diarrea. Por eso, para descartar algo de mayor gravedad, siempre es aconsejable realizar primero una consulta con el veterinario.
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